Este valle, situado a 90 kms de Santiago, es uno de los más tradicionales vitivinicultures del país.
A lo largo de la extensa cuenca, por donde fluye el Aconcagua y sus numerosos tributarios, se dan condiciones ideales para el buen vino: clima mediterráneo templado, sol y agua.
En el valle convergen diversas condiciones geográficas adecuadas para diferentes cepas. El sector cordillerano, donde el suelo es rico en materiales pedregosos, conforma un terroir óptimo para vinos de gran calidad, sobre todo variedades de syrah, carmenere y cabernet sauvignon. El sector oriental es caluroso, perfecto para cultivar variedades mediterráneas como syrah, garnacha y mourvedre. Cerca del mar, las brisas marinas y nieblas matinales convierten la zona en ideal para el cultivo de variedades blancas, pinot noir y syrah de estilo frío. En la parte central se ubican los viñedos más tradicionales y algunos tintos de renombre, sobre todo el cabernet sauvignon, que le ha proporcionado fama mundial al valle del Aconcagua.